Hay que elegir el material de embalado, con cajas, bolsas y cintas, y comenzar por los objetos de menor uso, como libros, adornos, etc. Es muy importante rotular bien cada caja para luego, a la hora de desempaquetar, tener los enseres localizados.
Tampoco conviene mezclar objetos de diversas habitaciones en la misma caja, ya que puede convertirse en una locura cuando lleguen a la nueva ubicación. Intentar ahorrar tiempo ahora y meter todo de cualquier manera significará no encontrar nada de lo que se busque cuando nos hayamos mudado. Unas cajas con el contenido bien marcado, con un inventario general y etiquetas diferenciadas por habitaciones salvarán la vida cuando se empiece a abrir todo en la nueva casa.
Algunos de los materiales habituales que se utilizan para hacer un buen embalaje son el polyfón, el plástico, el nylon, el cartón, el film y la madera. De todas maneras, las características propias del objeto a embalar son las que marcarán el tipo de embalaje. En este caso, se recomienda que el material que mantenga el primer contacto con la obra sea el papel de burbujas.
Intentar ahorrar tiempo significará no encontrar nada
de lo que se busque cuando nos hayamos mudado.
Para embalar pinturas o cuadros, lo primero es no colocarlos debajo de otros objetos, por lo que es importante usar separadores.
En el caso concreto de objetos de estructura (un jarrón, un adorno o una escultura), es muy importante conseguir que no haya movimiento alguno dentro de la caja . Se recomienda el uso de travesaños, pues así se logrará que el objeto esté firme.